Entonces,
caminando entre las brumas del tiempo, veo acercarse a un niño, que sin quedarse
atrás ante el reconocimiento que al boxeador le hacen, me hace señas desde la
distancia para que lo atienda, me llama con certeza por mi nombre buscando
acercarse hasta mi orilla, y una vez al frente para ser reconocido, ante el
imperceptible gesto hipnótico con que me adormece el pensamiento se funde entre
mi cuerpo, ocupa mi mente, y sentado a sus anchas frente a la disponibilidad de
mi portátil, transcribe las siguientes palabras en las que están dibujados sus
recuerdos……
‘’….La
noche mágica, esplendorosa, genera grandes expectativas. El mundo, extasiado
alrededor del boxeador que pica como avispa y se mueve como mariposa, conoce al
asombroso Cassius Clay, el eterno Mohamed Ali de muchos, el pugilista más
trascendente y especial de todos los tiempos. Apenas apagadas las luces de la
tarde, nos disponemos a escuchar el combate entre Clay y Sonny Liston, otro
luchador clásico que caerá sin embargo en menos de dos minutos, en virtud a la
técnica y agilidad de Clay. La radio hace eco al historial de los combatientes,
y torna inquietantes los preámbulos del encuentro. Televisión, es una palabra
inexistente en nuestro conocimiento y nuestro léxico, porque llegará a la
región y a la vida muchos años después,
cuando la venida del Papa a Colombia por primera vez, y la llegada de Armstrong
a la Luna, deparan el milagro de un aparato, regocijo de familiares y vecinos
reunidos por horas alrededor de aquel portento.
‘’…En casa hemos planteado nuestro propio encuentro del siglo entre mi hermano José Luis y yo, con el arbitraje ecuánime y sonriente de papá. Su condición de Presidente de la Liga de Boxeo de la región, hace que en casa existan todos los adminículos y elementos necesarios para la práctica adecuada del deporte, lo cual nos hace atestiguar extensas visitas con periodistas especializados y entrenadores reconocidos de la época, y hasta llegar a conocer a los máximos representantes de la actividad pugilística de esos tiempos en nuestra tierra. La asistencia a los entrenamientos en el inmenso Coliseo, a los que papá me lleva en razón a ser por toda su vida su permanente y leal ‘’compañerito’’, indica la presencia de varios escuadrones de soldados apostados en las graderías, para ovacionar o insultar incluso a cualquiera de los contrincantes según las directrices adoptadas, con la visión premonitoria de que las hostilidades habituales de un público adverso, no pueden distraer a los combatientes en su empeño de ganar la pelea y defender las banderas de la región y de la Patria, y para ello, desde ya, deben acostumbrarse sin recato a tener todas las voces en contra.
‘’…
Pero hoy el combate está marcado. Lo repican las noticias relegadas a las tres
medias horas diarias que les dispone el día, y lo recuerda papá en su latente
condición de aficionado. José Luis es el niño inquieto e hiperactivo desde la
cuna que no le teme a nada; que cuando es necesario busca resolver las
diferencias con la entereza de su carácter, la inteligencia de su pensamiento,
y la contundencia de sus puños. Yo, más solemne e introvertido, adopto la prudencia
y la diplomacia como líneas de conducta, creyendo ajena la disponibilidad de
resolver los conflictos por la fuerza o la habilidad física, cuestión que
subsanaré con los años para acometer de alguna forma la agresividad y dureza
con que evoluciona la sociedad en nuestro entorno. Pero el desafío está dado, y
calzados los guantes dispuestos a todo, no sentimos ni la diferencia de edad ni
de estatura, que si para la época se inclina ligeramente a mi favor, con el
paso de los años hace de José Luis el más alto y fornido de nosotros, hasta que
su muerte absurda y prematura lo convierte en un pajarillo desgonzado y
apacible, que aplaca en el sueño definitivo las angustias que le deparó la vida,
tras asaltarlo con embates de ironía.
’’…
Amagos van y vienen sin ninguna contundencia mientras papá observa. Mi guardia
cerrada, deja apenas un orificio alrededor de los ojos para observar al
contrincante. Pretendo cubrir mi rostro por
el temor a un golpe en la nariz, en la boca o en los ojos, que susciten
las estrellas y el dolor característico cuando se padecen. Están descubiertas
mis orejas y creo que José Luis lo intuye. Entonces, sus golpes alocados de
ventilador en marcha semejan aspas buscando el objetivo. Lo consigue. Con el
brazo extendido lanza un manotazo que acierta de lleno sobre mi oreja izquierda.
La caída fulminante no impide que José Luis me continúe vapuleando, con golpes
en la cabeza que a duras penas logro contener. Cuando papá interviene para
separarnos y consigue levantarme, unas estrellitas pigmentadas, desordenadas,
angustiantes, desfilan frente a mis ojos junto a la sensación de mareo y de
fatiga. No alcanzo a reponerme del todo, cuando me entero que mi ídolo ha
derrumbado de un poderoso manotazo a Sonny Liston en muy breves segundos. Ahora
se con certeza que es el 25 de Mayo de 1965. Esta vez, pese a la discusión
inicial, José Luis ha ganado la posibilidad de representar en nuestra pelea a
Clay. Es así como Liston y yo, en esa noche de apuestas, sudor, sangre y anhelos,
resultamos los grandes derrotados de la historia…. ’’
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MI MUSICA
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